En el corazón del país, desde la década de 1940, se creó el lago Rincón del Bonete. Si bien cambió la geografía del lugar, con los años hemos descubierto que este cambio nos trajo una playa de agua dulce, finísimas arenas, y una población amable y sencilla, buena anfitriona, orgullosa de su “pueblo”, hoy transformado en balneario.
Un lugar dónde los coches quedan con la llave puesta, las bicicletas en la calle.
La hora de volver a casa, en verano, es después de la puesta del sol, maravillosa, única, cada día diferente.
Los niños disfrutan este lago tan amigo que, sin olas, les permite jugar sin temores. A los niños les decimos que tenemos un señor mágico que todas las mañanas, muy temprano, cuando nadie lo ve, junta las olas, las guarda en un lugar especial, así los niños juegan sin revolcones y que cada noche las suelta, para que corran y jueguen por el lago, porque de día el agua es de los niños y de noche es de las olas. Las pocas veces que las deja sueltas, son aquellos días de viento, pues las olas adoran jugar con él.
Los servicios mejoran cada temporada, teniendo amplios horarios adecuados a una vida playera.
Todos las necesidades básicas están cubiertas, centro de salud, mutualistas, policía, prefectura, balsa, bomberos, Banco República, cajero, locales de pagos y cobranzas, combustibles, líneas de ómnibus, restaurantes, comercios, supermercados, boliches nocturnos, en fin… todo lo que usted puede necesitar.
Se pueden contratar paseos a caballo de diferente duración según el jinete, paseos en bote, con pescadores de timoneles, buenos conocedores del lago que nos ofrecen la posibilidad de ver a San Gregorio desde el agua y descubrir algún rincón escondido.
Ah!.. la pesca! Tarariras, bagres, mojarras, y el pejerrey saltarín, que sólo aparece por estos lados. Su pesca aumenta en el invierno y de muy buen porte, para alegría y cuentos de pescadores.
San Gregorio es además Museo Iberoamericano de Arte al aire libre, más de 60 murales en varias calles y esculturas van mostrando el arte de Iberoamérica, conformando una muestra siempre cambiante de nuestros más famosos artistas, desde 1993 nuestro Museo al Aire Libre enmarca una naturaleza mágica y encantadora.
Cada año los esperamos con algunas novedades, dónde el color, las formas y la audacia nos sorprenden.
San Gregorio es un lugar al que hay que venir, no está “de paso”. Ese “venir” nos prepara el espíritu, para dejar, por ahí, antes del arribo: los horarios, el apuro y convertir el cansancio en la hermosa sensación de dejarse estar. Por aquí, el arte, la naturaleza y los polanqueños le hacen las vacaciones. ¡Bienvenidos!